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Cuando pides a un pasajero que te escriba una opinión sobre su vuelo en parapente y te envía esto, escrito desde el corazón.

Miraba el horizonte, al vaivén de las bocanadas del aire diáfano, profundo y calmo. La brisa suave rumoreaba hacia los cuatro vientos, arremolinada, hacia arriba y hacia abajo. Al pie, la ciudad jardín transitaba su tarde de verano

Flotando en todas direcciones sentí el aroma de la vida, fresca, y alegre como los colores de mis alas. Infladas a pleno y con ganas de correr con el viento, sobre los alisos, molles, tarcos y timbues.

El aroma de los limones y el verde valle hacia mis pies, hacían de este vuelo un remanso para mi alma y mi corazón. Por un momento, la tierra quedo a mis pies, en ella quedaron los senderos recorridos, ríos, montañas, océanos, valles y desiertos.

Estos ojos vieron mucha furia y ganas de vivir. Y triunfo la alegría, las ganas de vivir a pleno, cultivando y recogiendo buenos amigos y los no tanto. Guardando las mejores experiencias de vida, bebiendo los sentimientos más bellos.

A veces pienso en que hice para sentirme tan afortunado de la vida. Será tal vez porque nací como las lombrices, debajo de la tierra, y pude llegar a volar. Será tal vez porque mis alas se desplegaron desde el primer suspiro, y a fuerza de voluntad crecieron fuertes y sanas. Tal vez no tendrán los brillos del pavo real, tal vez sean rusticas como las del águila o tal vez de un cóndor. Lo que si sé que son capaces de vuelos largos y placidos. Planeando sobre los horizontes y encrucijadas de la vida. Aprendí a dejar de lado lo agreste del camino, a andar liviano, y con la mirada larga; a confiar en el compañero de ruta, a estira el brazo para ayudar a los débiles y a los desesperados.

Muchas personas conocí, algunas con muchas y fuertes voces y pocas palabras, algunas corriendo detrás de los placeres instantáneos, otras con la serenidad y aplomo de la madurez. Pero de todas ellas aprendí algo. A permanecer callado ante los aduladores, a levantar la voz ante la injusticia.

Muchos errores cometí, se que lo pude hacer mejor, pero no me arrepiento. Solo sé que nadie dirá que me quede con lo del otro, menos de los de los que poco tienen. No me sobra, no me falta.

Los cachorros ya vuelan solos y los miro atento a sus vaivenes y giros. Igual me siento honrado y pleno. No es fácil, solo me sostiene la seguridad de la honestidad personal.

Deseo con mis mejores sentimientos que otros encuentren el camino de la realización de sus pasiones, orientados a dar felicidad a sus seres queridos. Y puedan volar, tan alto como puedan.

Se siente bien, el corazón lleno de placer y felicidad.

A este vuelo del alma, te invito. Súbete.

01-03-22

Muchas Gracias Zenón! Vuelo Realizado el día 8 de Febrero de 2022.